La contaminación y la creciente ineficiencia en el transporte interurbano han generado debates sobre cómo tienen que ser las ciudades en el futuro, abordando las nuevas necesidades de los consumidores y las alternativas de transporte público y privado que permiten el desarrollo tecnológico y la disrupción digital.
Atendiendo a estas necesidades, las políticas de gobierno deben enfocarse hacia las innovaciones que se producen en el sector y ofrecer nuevas alternativas que mejoren la vida de todos. Una de las invocaciones más destacadas está siendo el uso temporal de motocicletas y carros, también conocido como ‘Carsharing’ o ‘Motosharing’.
Carsharing presenta varias modalidades, pero la idea básica consiste en que varias personas hagan uso del mismo vehículo para realizar un desplazamiento o parte de un viaje. Por ejemplo, compañeros de trabajo, acuerdo entre amigos y así compartir el vehículo en trayectos frecuentes o a través de una empresa, que se hace cargo de la flota y cobra por su utilización.
La otra modalidad muy utilizada en España, es el sistemas sin base fija (free-floating o one-way), en los que los vehículos se toman y se dejan en cualquier lugar dentro de la zona permitida, y sistemas con base fija (station-based o round-trip), en los que el vehículo se coge y se deja en el mismo punto.
Con respecto a las ventajas, el costo es mucho menor que el derivado del vehículo en propiedad, ya que no hay coste de adquisición, seguros, impuestos o gastos de mantenimiento; y ventajas para el medio ambiente, ya que cada vehículo de car-sharing saca 20 de la calle.
En un futuro, la combinación de este tipo de movilidad con los vehículos autónomos anuncia aún más ventajas. Una ciudad “basada” en una flota de vehículos autónomos compartidos y en la alta capacidad tradicional de los sistemas de transporte público “sólo necesitaría el 10% de la flota actual de vehículos”.