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La fiesta de los 15 años siempre ha sido una tradición en la mayoría de los países latinoamericanos. Meses de ansiedad y planeación ocupan tanto a las niñas que simbólicamente se convertirán en mujeres, como a los padres, que tienen que sufragar los gastos de la celebración llamada: quinceañera.
Es es una tradición altamente católica aunque se celebra también en otras iglesias cristianas. No significa exactamente que las niñas estén listas para casarse como algunos ajenos a la tradición creen. Mas bien, que las chicas pueden presentarse como adultas en sociedad.
En Omaha, la primera quinceañera se celebró en 1978 en la iglesia católica de Nuestra Señora de guadalupe. Ella fue: Delia Flores Herrera. De acuerdo con sus familiares, las palabras que en ese entonces dijo el sacerdote durante la misa dominical fueron: “Quiero pedirle a los pocos latinos y mexicanos que hay aquí reunidos, junto con todos ustedes su permiso para poder ofrecer una misa de quinceaños. Aplaudamos a la primer quinceañera, porque es algo que nunca se había mirado en nuestra ciudad hasta hoy, que llega esta joven mexicana, de Jalisco”
Lo más importante en esta celebración es el acto religioso, seguido de una recepción, banquete y baile. El momento más esperado para los invitados es la presentación oficial de la festejada, hecha con mucho protocolo, incluyendo un baile o vals.
Lorenzo Herrera, conocido como “Lencho”, es el primer coreógrafo que hubo en la ciudad. Hoy en día sigue vigente preparando con las jovencitas próximas a su quinceañera. Son más de 38 años dedicados a una pasión que le ha permitido trabajar en casi 2,000 celebraciones. Y considerando que cada vals se conforma de un mínimo de 3 coreografías, Lencho a montado más de 6,000 piezas en su carrera.
“Yo nací y crecí en un pueblo muy humilde, de calles empedradas llamado Tenamastran, en Jalisco. Siempre fui un niño artista. Cantaba desde los 3 años. En la escuela la directora me llevaba a los festivales o fiestas del pueblo, pero lo que más me impactó fue cuando un día una de mis tías me llevo a la iglesia y vi a una quinceañera. A partir de ahí, yo buscaba donde hubiera más y me colaba entre la gente para verlas bailar”.
En EE.UU., la fiesta de la quinceañera ha fusionado el orgullo cultural con el consumo ostentoso, evolucionado de un ritual privado religioso a una fastuosa celebración, que a menudo cuesta más que una boda.
Negocios locales tienen los ojos puestos en la creciente población hispana de EE.UU., poniendo especial atención en la fiesta de los 15 años.
Mabel Franco y su esposo han decidido celebrar a su hija. Su presupuesto proyectado: $30,000.
Familias de recursos limitados como los Franco ahorran durante años para permitirse fiestas suntuosas y a menudo piden contribuciones de padrinos y familiares.
“Los tiempos han ido cambiando pero esta tradición perdura de generación en generación”, dijo Lencho, agregando: “Lo importante es ver llegar a la quinceañera del brazo de su padre, para luego pasar al centro del salón y sentarse en una silla especial donde será coronada. Luego le serán colocadas su primeras zapatillas de taco alto y le entregaran de forma simbólica su ultima muñeca”.
Lo que sigue después es el primer baile de la festejada con su padre y padrinos. Posteriormente baila el vals acompañada de su corte de honor, compuesta por grupos de amigos y/o familiares.
“A continuación se llenan las copas de champagne para que todos brinden por la felicidad de la festejada, la cual se va a cambiar de ropa para presentar a sus invitados un baile sorpresa. Luego de esto da inicio el baile para todos”.
Actualmente, muchas jovencitas piden a sus padres un automóvil o un viaje, en lugar de la celebración, pero son minoría.
La tradición sigue viva y en gran parte por personajes como Lencho, quien se basa a sus recuerdos y vivencias para respetar cada uno de los componentes de esta fiesta que cruza fronteras, une familias y forma parte de la identidad cultural latina.
“Quiero por último dar las gracias a todas las personas que me buscan, por que ustedes me han hecho grande. Quisiera ser más jóven para seguir más lejos, pero hoy soy un adulto feliz y satisfecho por que fui el primero en Omaha, no digo que el numero uno por que eso solo le corresponde al de haya arriba [Dios]. Gracias nuevamente y confío que la juventud mantendrá fuerte la tradición de celebrar a todas las qinceañeras”, dijo para concluir Lorenzo “Lencho” Herrara.
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