Los servicios de transporte basados en aplicaciones (ride-hailing) existen desde hace casi una década, pero sus efectos sobre la movilidad urbana, inclusión social y la sostenibilidad siguen siendo objeto de debate. ¿Cómo esto afecta el transporte en Latinoamérica y el Caribe?
En los últimos años, en las ciudades de todo el mundo han surgido nuevos servicios de transporte cuya principal característica es la incorporación de aplicaciones móviles. Forman parte del ecosistema de nuevas alternativas de movilidad empresas de redes de transporte, como DiDi, Lyft o InDriver, que a través de una aplicación instalada en el celular ofrecen al usuario viajes (compartidos o no). También están otros servicios como los sistemas de patinetas (e-scooters), bicicletas o flotas de carros eléctricos, que son alquiladas por pequeños periodos de tiempo.
Hay mucho debate sobre el impacto de estos servicios en el transporte sostenible. Por ejemplo, hay preocupación sobre si generan más kilómetros viajados que los vehículos privados, si compiten con los sistemas de transporte públicos, si incentivan la compra de automóviles (para el trabajo como conductores) o si están causando más congestión. Por otro lado, estas nuevas alternativas de transporte pueden ofrecer beneficios como generar oportunidades para empleos flexibles, mejorar la forma en que las personas acceden al transporte, o incluso ayudar en la sostenibilidad ambiental si en un contexto multi-modal integrada se elimina la necesidad de comprar autos privados.
Además, en ciertos contextos, la disponibilidad de estos servicios por aplicación móvil podrían ser una solución para lugares u horas sin presencia de transporte público (conocidos como desiertos de transporte). De igual manera, muchos de estos servicios tienen el potencial de integrarse a sistemas de transporte masivos. Por ejemplo, la última encuesta de movilidad de Medellín (2017) señala que 35% de los viajes hechos con estas plataformas se hicieron en complemento con el transporte público, y principalmente fueron en la primera y última etapa del viaje.
Sin embargo, procesos de exclusión son también posibles. Personas sin acceso a internet en sus celulares, sin acceso a tarjetas de crédito o con poca familiaridad para usar estas tecnologías pueden quedar discriminadas. También es posible que estos servicios emergentes capturen parte de la demanda de sistemas de transporte masivo y disminuyan los viajes que son ambientalmente sostenibles.
Nuestras investigaciones para el diseño de políticas públicas
Se necesitan más investigaciones que contribuyan con el diseño de políticas públicas que saquen provecho del potencial que la movilidad basada en aplicaciones tiene, que busquen mejorar la accesibilidad de todos y que al mismo tiempo reduzcan las externalidades negativas.
Desde la división de Transporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tenemos una amplia agenda de investigación sobre cómo estos nuevos servicios están cambiando los patrones de movilidad de las personas, a quiénes están beneficiando o perjudicando, de qué manera está afectando otros modos de transporte, y cuáles son los posibles marcos regulatorios. Nuestra investigación ya ha empezado a arrojar luces sobre el fenómeno de la movilidad basada en aplicaciones, que llegan a ser muy específicos del contexto latinoamericano.
Nuestra reciente publicación, Mi viaje no usual: caracterización del servicio de taxi por aplicación en Ciudad de México (También ver: Travel Behavior and Society) arroja resultados del comportamiento de usuarios de estos servicios en la Ciudad de México. A través de datos de una encuesta, para comprender mejor quién y por qué usan los servicios, se concluyó que el uso principal de estos servicios de transporte por aplicaciones (ride-hailing) era para viajes de salud y de cuidado.
Adicionalmente, se descubrió efectos importantes asociados al género y adopción de ride-hailing; específicamente, las mujeres tienen 35% más probabilidades de ser usuarias en comparación a los hombres. Además, es más probable que mujeres que conviven con al menos un adulto mayor usen el servicio por encima de otra modalidad. Es decir, las mujeres posiblemente usan estos modos de transporte como acompañantes en viajes con propósito de salud, cuidado, compras diarias, entre otros.
Estos resultados sugieren que la movilidad basada en aplicaciones puede jugar un rol clave en resolver problemas de movilidad que experimentan las mujeres, quienes suelen tener menos acceso a vehículos privados, tienen cadenas de viaje más complejas y/o enfrentan problemas de acoso en el transporte público.