La COVID-19 ha afectado seriamente la industria de la aviación, que incluye muchas alianzas público-privadas aeroportuarias. Sin embargo, existen mecanismos para que los asociados públicos y privados mantengan los servicios y brinden estabilidad al sector.
Los aeropuertos son imprescindibles para el desarrollo económico de las ciudades, los países y las regiones. Son núcleos de comercio, ya que facilitan el transporte de pasajeros y mercaderías por todo el mundo.
Pero al igual que muchos sectores, los aeropuertos se ven gravemente afectados por la pandemia de COVID-19 (i) y, si estas dificultades continúan, podrían frenar la recuperación en los mercados emergentes.
Debido a que la mayoría de los países ha limitado el ingreso de visitantes o ha cerrado las fronteras, el tránsito de pasajeros se ha reducido drásticamente. Aunque la curva empiece a aplanarse en algunos países y los Gobiernos reabran parte de sus economías, la aviación continuará viéndose duramente afectada. El Consejo Internacional de Aeropuertos estima que, en 2020, habrá 4600 millones de pasajeros menos de lo previsto, lo que se traducirá en casi USD 100 000 millones de ingresos no percibidos.
Tanto los aeropuertos operados por el sector público como los privados se enfrentan a una presión sin precedentes. Los aeropuertos que funcionan en el marco de alianzas público-privadas (APP) no están exentos de sufrir los efectos de la pandemia y deben afrontar sus propios desafíos. Sin embargo, el modelo de APP presenta oportunidades para que los sectores público y privado coordinen actividades y trabajen en colaboración para reducir los riesgos. Es fundamental que los asociados de ambos sectores aprovechen el marco de las APP para encontrar, de mutuo acuerdo, formas de atravesar la pandemia, reducir los riesgos, mantener las operaciones aeroportuarias y salvaguardar los empleos hasta que se afiance la recuperación.
Qué pueden hacer los asociados privados
La caída sin precedentes del número de pasajeros ha reducido en gran medida los ingresos provenientes de las tarifas de los aeropuertos y el comercio aeroportuario. Como medida de compensación, los aeropuertos —al igual que cualquier empresa— deberán ser proactivos y reducir los costos de operación; evaluar las necesidades de uso de instalaciones para cerrar algunas secciones temporalmente; reforzar su balance general mediante el refinanciamiento de la deuda y la solicitud de modificación de los préstamos para minimizar los costos de financiamiento a corto plazo; trabajar en estrecha colaboración con el personal y los subconcesionarios, como los comercios minoristas, para evitar despidos y preservar empleos que son fundamentales para las operaciones diarias, y trabajar con los asociados del sector público para determinar si es posible posponer proyectos de inversión de capital y otras tareas de mantenimiento que ya no se necesitan debido a la reducción del tráfico.
Qué pueden hacer los asociados públicos
Los Gobiernos también cuentan con mecanismos para reducir la presión financiera que sufren los asociados privados. Muchas APP obligan a los operadores privados a realizar pagos garantizados de distribución de ganancias al asociado público. Sin embargo, estos pagos —una importante fuente de ingresos para los Gobiernos— generan un gran riesgo financiero para los operadores durante la crisis. Teniendo en cuenta que los ingresos están cayendo rápidamente y la recuperación es incierta en el sector, los Gobiernos pueden optar por no exigir o retrasar esos pagos. También pueden ofrecer alivio en forma de subsidios en casos en que los marcos de nivel de servicio eran pertinentes unos meses atrás pero ahora son difíciles de cumplir debido a las regulaciones sobre distanciamiento social.
Redoblar la atención en las alianzas
En vista de los numerosos desafíos sanitarios y económicos, los Gobiernos que participan en APP aeroportuarias deberán dar prioridad a mantener los servicios de los aeropuertos —un componente clave del repunte de la economía—, mientras trabajan en una coordinación activa con los operadores privados para mejorar las medidas de salud y seguridad, de modo de proteger la recuperación económica.
Para que funcionen estas medidas, los asociados públicos y privados deberán mantener una buena comunicación y estar abiertos a entender los desafíos del otro, a fin de determinar el mejor curso de acción para sostener los servicios esenciales y resguardar los medios de subsistencia. Más que nunca, la “a” de “alianza” es indispensable.