Comercio entre Estados Unidos y México: fuerte pero cambiante

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Cada año, miles de millones de dólares en bienes fluyen entre México y Estados Unidos. El comercio entre los países no muestra signos de desaceleración, pero ¿cómo afectan el flujo los acontecimientos recientes?

El camión y el ferrocarril manejan la mayor parte del comercio entre los dos países, comienza señalando Erik Lee, Director Ejecutivo de North American Research Partnership, un grupo de expertos. Como resultado, dijo, los socios comerciales no resienten el impacto de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, como algunos sectores tratan de acusar. Lo más inmediato y significativo, lo que realmente puede afectar este flujo comercial es lo relativo a otros sucesos como la ratificación del T-MEC (USMCA para Estados Unidos), el trabajo en curso de muchos puertos mexicanos, cuya responsabilidad es concretamente de sus Administraciones Portuarias en asociación con empresas privadas, la presión salarial que sobre México ejercen otros países, e incluso los sucesos que en gran medida ocurren en otras partes del mundo, como la relación inestable entre Estados Unidos y China; éstos son los eventos que ciertamente pueden afectar el comercio entre Estados Unidos y México.

Estados Unidos importa más de 314 mil millones de dólares en bienes de México y exporta más de 243 mil millones a su vecino del sur, según la información del Departamento de Comercio de Estados Unidos, y se espera que esas cifras aumenten alrededor del 10 por ciento. México fue el tercer socio comercial más grande de Estados Unidos hasta 2018, pero parece incierto el panorama para 2019.

“Muchas cadenas de abastecimiento se extienden por el corredor I-35”, comenta Lee, refiriéndose a la Interestatal 35, que se extiende desde Laredo, Texas, en la frontera con México, y viaja aproximadamente 1,600 millas al norte hasta Duluth, Minnesota, cerca de la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Muchas organizaciones que trabajan en la frontera de Estados Unidos y México utilizan acuerdos de inventario justo a tiempo que son “sólidos, pero delicados”, observa Lee.

Antes del T-MEC

El comercio entre los dos países en realidad es anterior al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigencia en 1994. A partir de la década de 1960, muchas empresas con sede en Estados Unidos enviaron componentes a México, donde fueron ensamblados, quizás en una maquiladora, o en una fábrica de propiedad extranjera, dice Mauro Guillen, profesor de gestión internacional y Director del Instituto Lauder de la Universidad de Pennsylvania.

A finales de 2018, los líderes de Canadá, Estados Unidos y México anunciaron un convenio sobre un acuerdo comercial conocido como el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, T-MEC o USMCA. El acuerdo aún necesita la aprobación de los órganos legislativos de los países. Suponiendo que se ratifique, caducará en 16 años, a menos que se renueve.

El T-MEC es “más un reto que una renovación radical del acuerdo actual”, opina Jonas Gamso, profesor asistente de la Escuela de Administración Global Thunderbird, de la Universidad Estatal de Arizona. Fortalece los estándares laborales y ambientales, y extiende las protecciones de propiedad intelectual. También incluye nuevas disposiciones relacionadas con el comercio digital, que no estaban en el radar de nadie cuando se negoció el entonces TLCAN.

Otras actualizaciones dentro del T-MEC incluyen “procesos simplificados para el despacho de mercancías, en particular para envíos de bajo valor, y permitir a los importadores registrar las entradas de aduanas, en lugar de requerir el uso de un agente aduanal”, comenta Julio Barrionuevo, Vicepresidente Senior de Operaciones de México, el Caribe y América Central en FedEx Express. Además, las nuevas reglas para los flujos de datos transfronterizos ayudarán a agilizar el comercio electrónico.

Impacto en la industria

El T-MEC incluye nuevas reglas de origen y de salarios para la industria automotriz. Un porcentaje más alto de componentes de automóviles debe producirse en Canadá, México o Estados Unidos, lo que se conoce como valor de contenido regional, o RCV, para poder comercializarse a una tasa libre de aranceles dentro de los tres países. En general, el porcentaje ahora es del 75 por ciento para el 62.5 por ciento del T-MEC.

Además, los trabajadores que ganan como mínimo 16 dólares por hora deben representar al menos el 30 por ciento del trabajo en un automóvil, para que pueda comerciarse sin aranceles dentro de los países del Tratado. “Es un regalo para los sindicatos estadounidenses”, añade Guillen.

Es probable que las empresas cumplan con la disposición al reservar más de sus trabajos complejos para Estados Unidos y Canadá, ya que los salarios ya son más altos en ambos países. Es poco probable que el cambio aumente los salarios en México. En vez de ello, los salarios mexicanos más altos, por lo general, requieren que las empresas establezcan operaciones intensivas en capital dentro del país. “Para operarlas, necesitan trabajadores locales altamente calificados que cobran bien”, advierte Guillén.

En un cambio del TLCAN, el T-MEC no establecerá un formato de certificado de origen que los exportadores, comerciantes e importadores llenen antes de que sus productos puedan beneficiarse de aranceles preferenciales, observa Emilio Arteaga Vázquez, un socio de Vázquez, Tercero y Zepedo, bufete de abogados especializado en comercio.En su lugar, según el T-MEC, las empresas pueden certificar el origen de un producto, por ejemplo, en una factura. Sin embargo, las autoridades aduaneras todavía pueden realizar pruebas para verificar el origen.

Este es el modelo utilizado en muchos acuerdos de libre comercio nuevos. “Reglas como éstas facilitarán el comercio entre empresas”, comenta Vázquez. Una razón es que los países acordaron que no rechazarán una certificación de origen debido a errores menores o discrepancias.

Todas las compañías, particularmente los fabricantes, deben revisar el T-MEC e identificar si las reglas de origen aplicables a sus productos se modificaron, recomienda Vázquez. Si así fue, es posible que las empresas deban buscar nuevos proveedores, regresar la producción de insumos al país o prepararse para pagar un arancel de Nación Más Favorecida (NMF).

Otro cambio se refiere a un mecanismo dentro del Tratado, que permite a los inversionistas llevar a los gobiernos a un arbitraje internacional si introducen leyes que pudieran reducir las ganancias de las empresas. El T-MEC elimina en gran medida ese proceso y traslada la solución de controversias a los sistemas legales nacionales.La falta de tribunales aumenta la imprevisibilidad, ya que los gobiernos tienen más libertad para hacer lo que quieran y los tribunales locales decidirán qué es aceptable. “Esto podría significar una menor inversión entre los tres países”, advierte Gamso.

Impacto en el comercio y la inversión

Este cambio, así como la cláusula de extinción contenida en el T-MEC, “es probable que fomente cierta incertidumbre ante los ojos de los inversionistas extranjeros”, comenta Gamso. Eso puede ralentizar la inversión extranjera en México, lo que, a su vez, significará menos bienes producidos en México con destino a Estados Unidos.

Por otro lado, gran parte del comercio entre México y Estados Unidos, incluida la mayor parte de la agricultura y la propiedad intelectual, está sujeto a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, en lugar del Tratado, comenta Marc Busch, profesor de Diplomacia Comercial Internacional, Gobierno y Administración de Empresas en la Universidad de Georgetown.“La OMC proporciona un telón de fondo fundamental para una economía global basada en reglas”, dice. Las empresas se benefician de la igualdad de condiciones que proporciona. En contraste, la administración actual de Estados Unidos tiende a adoptar un enfoque bilateral para los acuerdos comerciales y a negociar con un país a la vez, agrega Guillén. Si bien esto permite que Estados Unidos intente lograr el mejor acuerdo posible con cada país, también hace que el mundo de los negocios en general sea “más complicado y desigual”, añade.

Desde luego, cualquier cambio potencial asume que el T-MEC está ratificado. “Cualquiera puede adivinar cómo resultará”, dice Lee. En Estados Unidos, los nuevos demócratas del Congreso pueden votar en contra para hacer una declaración en contra del Presidente Trump. Sin embargo, si sus electores creen que el nuevo acuerdo les ayuda, pueden presionar a sus representantes para que lo respalden.

La economía global

Los acontecimientos que parecen relacionados sólo tangencialmente con el comercio de Estados Unidos y México pueden afectarla. Uno de ellos es la presión salarial sobre México por parte de otros países. Después de todo, la fuerza laboral de México compite con China y otros países con salarios más bajos.

“Lo que ocurre en China también afecta el comercio entre Estados Unidos y México”, dice Guillén. Cuando se fabrican productos para el mercado estadounidense, México tiende a beneficiarse a medida que los salarios en China aumentan, ya que sus propios salarios se vuelven relativamente más baratos, y además ofrece el beneficio de tiempos de transporte más cortos.

Asimismo, el aumento de los salarios mexicanos puede compensar esta ventaja. Entre 2014 y 2018, los salarios medios diarios en México aumentaron alrededor del 19 por ciento, según Trading Economics. Además, las disputas comerciales entre China y Estados Unidos pueden beneficiar a México, dado que muchos productos que fluyen entre este último y México no están sujetos a aranceles.

“Una disposición sorpresiva en el T-MEC, el Artículo 32.10, requiere que cualquier nación involucrada en el Tratado notifique a los otros dos miembros tres meses antes de iniciar conversaciones de libre comercio con una economía no de mercado”, escribe Gamso en un artículo para Thunderbird. Los demás países pueden revisar cualquier acuerdo antes de firmarlo, rescindir el acuerdo trilateral y llegar a un acuerdo entre ellos. En efecto, pueden expulsar a cualquier país que quiera forjar acuerdos comerciales con países no comerciales. Si bien el Artículo 32.10 no menciona a China específicamente, los analistas creen que la administración de Trump está enfocándose en China por medio de esta disposición, escribe Gamso.

Infraestructura Portuaria

En 2012, la administración del entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto, se propuso duplicar los volúmenes de carga en puertos para 2018, de 260 millones de toneladas a más de 520 millones de toneladas, según export.gov, un servicio del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Los proyectos siguen su curso, y entre ellos se encuentra una inversión de 1.6 mil millones de dólares para construir cinco terminales nuevas y una zona de procesamiento y logística de carga en el Puerto de Veracruz. Esto cuadruplicaría su capacidad instalada a más de 90 millones de toneladas para 2030.

En el Puerto de Manzanillo, el segundo puerto más grande de México, los proyectos en curso proporcionarán más de 44 millones de toneladas de capacidad instalada. El desarrollo de una nueva zona industrial con capacidad ferroviaria adicional al lado del puerto podría hacerlo más atractivo para los transportistas que buscan trasladar mercancías hacia el norte a Estados Unidos y Canadá, según export.gov.

México parece estar en buen camino para cumplir con sus objetivos de expansión. La movilización de carga en sus puertos ha alcanzado los 470 millones de toneladas, o cerca de la meta de 520 millones, informó export.gov. La expansión de la capacidad portuaria marítima de México “tendrá un impacto positivo en la cadena de abastecimiento en México”, señala Lee.

Además, a pesar de los cambios y la incertidumbre de algunos inversionistas, será difícil “hacer retroceder” los vínculos comerciales y las cadenas de abastecimiento estrechamente conectados que abarcan los dos países, observa Morris Cohen, profesor de la Escuela Wharton en la Universidad de Pennsylvania. Los problemas que enfrentan las compañías que operan en la frontera entre Estados Unidos y México son complicados, pero “las industrias resuelven los problemas a medida que sus limitaciones cambian”.

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