Desde el antiguo cinturón industrial de los Estados Unidos hasta el interior desindustrializado de Europa, en los últimos años muchos de los debates sobre política económica se han centrado en las víctimas de la globalización en el mundo rico y en el populismo político que han alimentado. ¿Y si eso fuera cosa del pasado?
En un nuevo informe, investigadores del McKinsey Global Institute sostienen que incluso antes de que el presidente estadounidense Donald Trump lanzara sus guerras comerciales, la era del traslado al exterior y la disrupción que afectó a muchas ciudades industriales del mundo avanzado había terminado. También pronostican que el cambio de tendencias en tecnología y manufactura hace que las economías avanzadas, entre ellas EE.UU., puedan estar mejor posicionadas para beneficiarse de una nueva ola de globalización que ya está en camino.
“Ya hemos iniciado el siguiente capítulo de la globalización y nos parece importante que todos –empresas y autoridades– tomen conciencia de en qué capítulo estamos. No hay que cometer el error de pensar que el mundo es como en la década de 1990 y principios de la de 2000”, dijo Susan Lund, coautora del informe.
El trabajo del equipo de McKinsey llega antes del Foro Económico Mundial de Davos, a realizarse la semana próxima, cuya agenda está encabezada por el futuro de la globalización y sus distintas nuevas versiones. También se inscribe en un debate más amplio sobre cuántos cambios ocasionan las guerras comerciales de Trump en la economía global.
Los aranceles que impuso Trump en los últimos 12 meses a las importaciones procedentes de China y al aluminio, el acero, las máquinas lavadoras y los paneles solares extranjeros han llevado a muchos socios comerciales de EE.UU. a responder con sus propios gravámenes a la importación. En consecuencia, muchas compañías han empezado a reexaminar e incluso modificar sus cadenas de suministro internacionales.
Sin embargo, en lugar de provocar un nuevo cambio, los aranceles simplemente aceleran uno que comenzó a mediados de la década de 2000 y que ha quedado oculto entre las consecuencias económicas de la crisis financiera de 2008, sostienen los autores del informe de McKinsey.
Para el estudio, los investigadores de McKinsey analizaron las cadenas de suministro de 23 industrias de 43 países entre 1995 y 2017.
En ese período, determinaron que las grandes economías emergentes desempeñaban un papel cada vez mayor. La participación de los mercados emergentes en el consumo global creció alrededor de 50 por ciento en los últimos 10 años, y el 40 por ciento de las exportaciones de las economías avanzadas tiene ahora como destino economías emergentes.
Costos laborales, tecnología
Los investigadores también determinaron que los costos laborales tenían cada vez menos peso en las decisiones sobre dónde localizar la producción y que la inversión en activos intangibles como la propiedad intelectual y la investigación había aumentado más del doble desde 2000, del 5,5 al 13,1 por ciento de los ingresos.
Esas conclusiones, dijo Lund, indican por qué la próxima ola de globalización fortalece la economía estadounidense.
En los últimos años ha crecido el empleo en manufactura en EE.UU. Pero la manufactura que regresa al país utiliza mucha menos mano de obra que antes. “El trabajo va a ser diferente”, dijo Lund. “No creo que se vayan a crear millones de empleos en líneas de producción manufacturera”.