[:es]Cuando el 5 de septiembre el Presidente Donald Trump apeló a sus seguidores al dar por terminada la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (Daca), una generación de luchadores por el sueño americano se convirtieron en el daño colateral de la reforma en inmigración. Desde ese momento él ha dado al Congreso seis meses para establecer un plan que restablezca la protección del DACA para evitar la deportación de los llamados DREAMers a cambio de una mayor seguridad en la frontera. DACA también proporciona permisos para los jóvenes indocumentados para que trabajen, asistan a la escuela, obtengan una licencia para conducir y licencias profesionales. Dada la división política sobre los derechos de los inmigrantes ilegales, no está claro si algún plan proporcionará aquí a los DREAMers un hogar permanente sin restricciones.
Por lo tanto, el futuro de alrededor de 800,000 personas en los Estados Unidos de Norteamérica (aproximadamente 3,400 en Nebraska), están en peligro. Mientras que los legisladores deciden su estatus, este grupo marginalizado es dejado con sueños diferidos y vidas en suspenso, con su destino en las manos de los caprichosos impulsos del poder.
La situación creó solidaridad entre los DREAMers y quienes los apoyan. Las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses simpatizan con su apuro. Una coalición de aliados públicos y privados está realizando manifestaciones, presionando a los legisladores y haciéndose ver y escuchar para mantener este problema y esta historia con vida. Alejandra Ayotitla Cortez, quien era una niña cuando su familia cruzó de forma ilegal la frontera desde México, ha levantado su voz cada vez que la DACA ha sido atacada. La estudiante de último año en la Universidad de Nebraska-Lincoln, además de formar parte del equipo de trabajo de El Centro de las Américas, ha hablado en las manifestaciones y conferencias de prensa y testificado ante los legisladores.
“Como DREAMers, hemos sido utilizados como un juego político por ambos partidos. Mientras tanto, nuestros futuros, nuestras contribuciones y todo lo que hemos hecho y queremos hacer está en riesgo”, nos dijo. “Para muchos de nosotros, tener esa protección bajo la DACA lo era todo. Nos permitía trabajar, tener una licencia para conducir, ir a la escuela y buscar alcanzar nuestras estas. Después de que termine la DACA, afectará todo en nuestra vida. Es frustrante. Estamos tratando de hacer las cosas de forma debida. Pasas por un proceso, pagas las cuotas, vas a la escuela, trabajas, pagas tus impuestos y al final del día no está en tus manos”.
Si ella pudiera, le diría a Trump todo lo que piensa.
“Nosotros también contribuimos al igual que las personas que nacieron aquí contribuyen al país. Solamente es una pieza de papel que nos impide hacer muchas de las cosas que queremos hacer. Como inmigrantes, ya sea que llegamos aquí como bebes o, en mi caso, cuando tenía 10 años de edad, queremos contribuir a la nación de forma económica, académica y cultural. Todo lo que queremos es ser parte de nuestras comunidades y dar de vuelta lo más que podamos. Es justo que aquellos que nos representan respeten las contribuciones que hemos hecho y todos los procedimientos que hemos seguido al haber recibido la DACA”.
Charles Shane Ellison, asesor jurídico de Justice for Our Neighbors (JFON), es cautelosamente optimista.
“Espero que los legisladores puedan hacer lo que sea necesario para negociar y llegar a un camino bipartidista con sentido común para proteger a estos jóvenes. No tiene sentido buscar castigar a estos jóvenes por acciones sobre las cuales no tuvieron ningún control.
“Son, de hecho, el tipo de jóvenes que queremos en nuestro país. Personas trabajadoras comprometidas con obtener una educación superior, contribuyendo a sus comunidades. Es importante que los legisladores encuentren una solución justa que no cree toda una categoría de personas de segunda clase. Los DREAMers deben tener un camino hacia obtener el estatus de residentes legales permanentes y un camino hacia la ciudadanía en los EE.UU.”.
El atar la DACA al control fronterizo es algo que preocupa a muchos.
“Yo no me sentiría muy cómodo si ese es el compromiso al que llegamos”, dijo Cortez, “pues es innecesario usar una excusa de seguridad nacional y decir que necesitamos aumentar la seguridad fronteriza cuando en realidad la frontera está segura. Sería un desperdicio del dinero de nuestros impuestos y de nuestra energía implementar algo que no es necesario”.
Ellison se opone a los intentos de conectar los problemas en derechos humanos de la DACA con los objetivos o intercambios políticos.
No saber lo que pueden hacer Trump y la mayoría en el GOP es muy estresante para quienes esperan una resolución.
“Es siempre tener que vivir con la incertidumbre de que un día podría ser una cosa y otro día podría ser otra”, dijo Cortez. “Puede en ocasiones paralizarte el pensar que no sabes lo que va a pasar después”.
“Podríamos haber hecho de esto una prioridad sin insertar tanto temor en una comunidad de jóvenes sólidos que queremos fomentar que se queden”, dijo Ellison.
Para reducir el miedo, JFON realizó una sesión informativa el 7 de septiembre en el Colegio de Santa María.
“Fue un esfuerzo por brindar información a quienes han recibido la DACA, así como a sus aliados”, dijo Ellison, “Más de 400 personas asistieron”.
De ahora en adelante, nos dijo, “es indispensable” que los DREAMERS obtengan asesoramiento legal. “Algunos estudios muestran que del 20 al 30 por ciento de los jóvenes con DACA podrían potencialmente ser elegibles a otros tipos de ayuda que no se usó o para la cual son elegibles después de obtener la DACA. Sí, con asesoramiento legal, deciden renovar su Acción Diferida, tienen hasta el 5 de octubre para hacerlo. Nosotros proporcionamos asesoramiento legal gratuito y atenderemos a tantas personas como nos sea posible”.
Ellison dijo que nada puede ser considerado como garantizado.
“Es muy importante que no solo los jóvenes con DACA tomen acción. Las personas que quieren apoyar a los jóvenes con DACA deben hablar, es momento de contactar a los representantes electos e instarles a que hagan lo correcto”.
Alejandra Escobar, estudiante de primer año en la Universidad de Nebraska en Omaha y empleada del Heartland Workers Center, es una de esas aliadas. Ella inmigró legalmente a los EE.UU. hace seis años. Como coordinadora de Young Nebraskans in Action, ella dirige los esfuerzos de defensa.
“La mayoría de mis amigos son DREAMers. Yo comencé a participar en esta cuestión pues yo no sabía la razón por la que mis, que han estado en este país durante toda su vida, no podían ser tratados de la misma forma en que yo era tratada. Yo no pensaba que eso fuere justo. Este era su hogar. Ellos trabajaban y mostraban que merecían estar aquí.
“Ha habido mucho miedo y el miedo hace que las personas no actúen. Yo siento que lo que hacemos hace que los que han recibido la DACA sepan que no están solos. Estamos tratando de organizar acciones que mantienen el énfasis sobre la importancia de proteger a quienes han recibido la DACA y un camino a la ciudadanía y eso les empodera”.
Ella considera que su generación debe hacer responsables a los legisladores.
“Me gustaría que los legisladores recuerden que muchos de nosotros como aleados que protegen a los DREAMers somos personas de 18-19 años de edad que podemos votar y vamos a participar de forma cívica, enfocados en esta cuestión pues es muy importante”.
Linda Aguilar, como estudiante en UNO en un programa de estudios previos a la abogacía, y quien trabaja en una firma legal en Omaha que trabaja sobre derecho de inmigración, sabe lo frágil que es la situación legal de ella y los demás DREAMers. Ella fue traída de forma ilegal desde Guatemala a los Estados Unidos de Norteamérica cuando tenía 6 años de edad y tiene dos hermanos menores que también dependen de la DACA. Pero ella se siente un poco mejor por el apoyo mostrado por los negocios y otras áreas. “Me ha inspirado a continuar siendo activa, compartiendo con los oficiales electos todo el apoyo que hay para la comunidad DACA”.
Ella dudaba en hablar en eventos públicos abogando por la DACA antes de darse cuenta de que no está sola. “Simplemente saber que detrás de mí y a mi alrededor hay otros apoyándome me hizo sentir más fuerte. Como todos estamos en la misma posición, todos sabemos cómo se siente pues todos caminamos en los mismos zapatos”.
Alejandra Ayotitla Cortez no se quedará esperando a ver qué pasa cuando llegue la fecha límite del 5 de marzo que dio Trump al Congreso.
“Yo estoy esperando lo mejor, pero también estoy actuando. No soy solamente yo esperando que las cosas sean mejores, soy yo informando a mi comunidad para que sean qué acciones podemos tomar, tales como llamar a nuestros representantes electos para que actúen y escuchen nuestra historia y entienda lo urgente que es”.
Cortez, también siente “alentador” el apoyo “de las personas de todo Estado, de líderes, desde algunos de nuestros Senadores estales en Lincoln, hasta profesores y compañeros de clase en UNL.
El teléfono de la Línea de Ayuda Legal Sobre Inmigración en Nebraska es el 1-855-307-6730.
Lea más del trabajo de Leo Adam Biga en leoadambiga.com.[:]