Llegué a Zhengzhou, China, agotado por un viaje de más de 38 horas y esos cambios horarios que cuesta entender. La ciudad me impresionó por el tamaño, 12 millones, todo nuevo y todos viviendo en apartamentos tirando a feúchos, no mucho tráfico, y cientos, miles de motos eléctricas en una ciudad sorprendentemente silenciosa (salvo por los molestos toques de claxon). Había vuelto a China 23 años después.
Poco después tomaría conciencia de cómo había avanzado el país. En frente de mi ventana el Intercontinental, igualito a cualquier otro intercontinental del mundo, una estación de trenes con 30 vías y con trenes de alta velocidad, entrando y saliendo con cierta regularidad.

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Más tarde visitaríamos la ciudad-fábrica dentro de un campus industrial: pasillos inmensos, robots que se mueven con la precisión de una coreografía y una incorruptible obsesión por el detalle. Durante tres días caminamos por líneas de montaje, pistas de pruebas, conversé con ingenieros, ejecutivos de la marca en Medio Oriente, Europa y, por supuesto, Latinoamérica, donde la marca tiene puesto mucho foco. También probamos vehículos de la lista de los World Car Awards, motivo por el que viajamos, increíble pero cierto, solo 3 periodistas del grupo de periodistas americanos fuimos capaces de viajar a China. Estrenamos la pista adyacente a la fábrica que enorgullece a BUD, tiene entre otras cosas, la rampa de arena que ha merecido un Guinness y la piscina donde se estrenan sus Yangwang “sumergibles”.

 

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Volví convencido de que BYD no es sólo un actor más en la transición eléctrica: es, hoy por hoy, una fuerza industrial que está remodelando la cadena de valor del automóvil. Tienen muchos puntos en los que mejorar (y lo harán). Los dolores de crecimiento no son pocos, pero el talento del equipo y la determinación que demuestran hacía mucho que no la veía en un evento de este tamaño. Más de 200 periodistas de los cinco continentes coincidimos esta vez en Zhengzhou.

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China desde el parabrisas

La primera impresión fue geográfica y cultural: no se trata sólo de plantas aisladas, sino de un ecosistema que integra producción, proveedores, investigación y —de forma creciente— experiencia pública (museos tecnológicos, centros de exhibición). En Zhengzhou, BYD ha aprovechado la cercanía al aeropuerto y la infraestructura regional para montar una base que funciona como una ciudad industrial dedicada al vehículo de nueva energía (NEV). Ver esa escala en persona obliga a replantear ideas previas sobre la velocidad de cambio en la industria automotriz.

Para BYD, Build Your Dreams, la oficina central está en Shenzhen (la ciudad continental frente a Hong Kong) pero con la nueva pista de pruebas, la ciudad del sureste está ganando importancia.

 

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Zhengzhou: la fábrica que nunca duerme

  • La planta de BYD en la Zhengzhou Airport Economy Zone es, según la propia hoja técnica que me mostraron, la más completa del grupo en China central. Datos que me impresionaron y que hay que subrayar:
  • Capacidad simbólica: un vehículo por minuto y una batería cada tres segundos.
  • Estructura por fases: 1) procesos de fabricación de vehículos y plantas de carrocería; 2) bases de componentes (sistemas de propulsión, sunroofs, A/C, suspensiones); 3) Parque de baterías (Blade Battery para híbridos Super DM); 4) materiales nuevos y parque de pista.
    Automatización y flexibilidad: casi 2.000 robots (KUKA, Nachi, Cloos), tasa de automatización superior al 98% en líneas principales y la capacidad de coproducir seis plataformas y 12 modelos en la misma infraestructura. No, la mano de obra barata no es la clave del éxito de BYD, la automatización, la modernidad de sus plantas y la verticalidad de su cadena de distribución son lo que les hace más competitivo.
    Calidad y limpieza: líneas totalmente cerradas para reducción de ruido y polvo; procesos automáticos que minimizan manipulaciones manuales.
  • Modelos fabricados localmente: Song Pro, Song L DM-i, Seal 07, Shark, Seagull (Dolphin Surf), Denza B5 y B8, entre otros.

Recorrí la planta en silencio: la ausencia de ruido humano cerca de las líneas —no porque no haya gente, sino por la robotización— es una señal tanto de eficiencia como de una apuesta por reproducir procesos estandarizados a escala. No vimos y no pudimos filmar muchas de las áreas que visitamos, pero no dejes de ver este video del viaje, hay imágenes que valen más que mil palabras.

 

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Tecnología e innovación: el ADN de BYD

Lo que hace distintiva a BYD no es sólo el tamaño, sino la verticalización tecnológica. En sus documentos corporativos y en las conversaciones que sostuve, se repiten cifras clave: 54.000 millones de RMB (7,6 billones de dólares) invertidos en I+D en 2024, una plantilla de más de 120.000 profesionales en I+D y la intención de controlar tecnologías núcleo: baterías, motores, control electrónico y semiconductores.

Dos desarrollos merecen atención especial:

  • Blade Battery: arquitectura LFP (litio-hierro-fosfato) reconfigurada para seguridad y densidad; las pruebas extremas muestran un comportamiento térmico excepcional y una integración con la estructura del vehículo vía CTB (Cell-To-Body).
  • Super e-Platform (2025): BYD me mostró hojas técnicas que prometen motores de hasta 30.000 rpm, chips SiC y una capacidad de carga pico de 1 megavatio —la cifra que más suena en los folletos— traducida, según la firma, en 5 minutos de carga para 400 km de autonomía en condiciones óptimas. Si esos rendimientos se verifican en uso real, tendríamos una alteración importante en la ecuación de valor del vehículo eléctrico

Además, existe una atención marcada al software: iTAC para gestión dinámica de torque, DiSus para control de chasis y DiPilot en ADAS. No es sólo hardware: la integración vertical permite a BYD acelerar la iteración entre diseño y producción.

Un ecosistema energético, no sólo autos

BYD no es únicamente un fabricante de automóviles: en sus propias palabras —y confirmado por su perfil 2025— es una empresa de “energía y movilidad”. Produce baterías a gran escala, paneles solares, sistemas de almacenamiento y desarrolla soluciones de transporte urbano (SkyRail y SkyShuttle) ya implementadas en varias ciudades chinas. Esa diversificación le permite optimizar costes, garantizar suministro y presentar ofertas empaquetadas (vehículo + energía estacionaria), algo que pocos fabricantes occidentales pueden reproducir hoy sin alianzas extensas.

La historia más en detalle la pueden leer en Wikipedia.

 

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La experiencia de manejo

Conducir un Yangwang U9, el auto más rápido del mundo, por la pista de pruebas me dejó dos conclusiones: 1300 son muchos caballos, la dirección es precisa y el tren motor es sorprendentemente homogéneo en entrega; frena como debe frenar un deportivo, no es necesariamente “más emocionante” que sus rivales alemanes en términos dinámicos, pero sí muy competitivo en el conjunto (respuesta, freno regenerativo, ergonomía). Otra conclusión, me estoy haciendo viejo para un hypercar.

Donde BYD destaca es en el equilibrio coste/tecnología: ofrece soluciones contundentes hoy en día para competir en todos los segmentos.

De todo lo que vimos, escuchamos y experimentamos, sin duda la experiencia con el Yangwang U9, el todo terreno que se sumerge para salvarte la vida en caso de una inundación o riada, fue lo más impresionante. Te lo cuentan y se ve tan obvio. Se cierra la admisión, se revoluciona el motor de gasolina del vehículo PHEV para que los gases no dejen entrar el agua al motor y se propulsa con la fuerza de los 4 motores eléctricos que empujan cada una de las ruedas con el sistema e4. Según el responsable de producto el auto te permitirá flotar por 30 minutos, te permite “navegar” con dirección y cierto efecto hélice del diseño de los rines (llantas). En dos palabras IM PRESIONANTE.

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¿Qué sigue para los mercados de América y Latinoamérica?

BYD ya no es una incógnita. Con más de 4.27 millones de vehículos entregados en 2024 y una huella global en expansión, su ventaja competitiva viene de la suma de escala, control de la cadena y apuesta en I+D. Para mercados como Estados Unidos o países latinoamericanos, la llegada masiva de productos BYD obligará a los actores locales a repensar precios, electrificación y servicios posventa. USA se ha mantenido aislada de muchos de los productos de tecnología china, tenemos menos marcas de teléfonos que cualquier país del mundo, y según la visión de la actual administración, el consumidor americano seguirá sin poder acceder a un producto chino por muchos años.

México y Latinoamérica son otra historia completamente distinta. BYD ya produce en Brasil y están activamente buscando comprar o construir una planta en México (no, aunque lo diga nuestro presidente, todavía no la tienen).

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En el tercer trimestre de 2025 vendieron en México 18,905 unidades, lo que les colocaría como la séptima marca más vendida del mercado. Lamentablemente BYD no reporta cifras oficiales en México, así que no tenemos manera de comprobar esa cifra. En Brasil en poco más de 2 años de su lanzamiento son la octava marca más vendida, número uno en Uruguay o quinta en Costa Rica, cifras que ningún otro fabricante ha conseguido en la historia en tan corto periodo de tiempo.

Una vez más, según los datos del fabricante, son número uno en lo que se refiere a autos electrificados, es decir, con cierto grado de electrificación.

Los grandes grupos automotores se tienen que poner las pilas, nunca mejor dicho.

No te pierdas la entrevista con Stella Li, la responsable de la expansión internacional de la marca.

Jose Carlos De Mier

Jose Carlos De Mier